La Hacienda o Casa Señorial de campo, se manifiesta
como el signo indiscutible del dominio de las clases poderosas en el medio
rural. En este sentido, se ubica en la parcela más visible y dominante
de la propiedad, distribuyéndose a su alrededor las zonas de cultivo.
Suele presentar planta rectangular, aunque en ocasiones las hay
en "L". Físicamente, se divide en dos partes
bien diferenciadas, dependiendo de su función. La primera es la
zona habitable o planta noble, situada en el segundo
piso, donde el señor y su familia pasaban el verano o largas temporadas
en sus posesiones rurales. La segunda está dedicada a las labores cotidianas
propias de la hacienda, ubicada en la planta baja, albergando almacenes,
lagares, bodegas, cuartos para los aperos, cocheras, etc. A su alrededor,
se sitúan más dependencias exentas y las casas de habitación de los trabajadores
e incluso alguna ermita.
La hacienda rural no llega a tener la sofisticación de las casas solariegas de ciudad, pero el afán clasista de sus dueños, hace que esté fabricada con abundancia de materiales prohibitivos para el campesino, como madera, teja y cal, así como por la presencia de elementos constructivos y ornamentalmente exclusivos.
Algunos elementos arquitectónicos y decorativos propios de la casa señorial campestre pueden ser:
El conjunto mas importante de haciendas y casas de campo de la isla de La Palma (si exceptuamos los de Argual y Tazacorte), se encuentra en Las Breñas. En el siglo XVIII, Viera y Clavijo describí a a Breña Alta como paraje alegre, lugar de los mejores de la isla, donde pasaban el verano muchas familias de la ciudad que all& iacute; tenían sus haciendas. Es Buenavista de Arriba, como se& ntilde;ala el autor, donde se concentran el mayor número de haciendas y casas de campo, gran parte de ellas situadas a la vera del antiguo camino real de La Banda.
La denominación de "casa terrera"
no es sino una castellanización del portugués "
casa terreira". Una variante de casa terrera campesina
propia de la isla de La Palma es la que presenta varias habitaciones
alineadas a todo el ancho de la fachada. Según Pérez
Vidal, este tipo de casas se relacionan con otras de la mitad sur de
la península y las islas de Madeira y Faial, en Las Azores.
La armadura del tejado está compuesta por vigas de tea, llamadas tiseras, que van afianzadas sobre cuatro frechales hasta la cumbrera. Los frechales (otra palabra de origen portugués) son las vigas horizontales que descansan sobre los muros sobre los cuáles va afianzada la armadura. La construcción dispersa, contraria a la de Andaluc& iacute;a, escasea, permitieron el desarrollo del tejado en punta de diamante, es decir, "a cuatro aguas", (el m& aacute;s bello y costoso de todos), y el de dos vertientes, con el caballete paralelo a la fachada y dos pequeños faldones en los extremos. Estas cubiertas a cuatro aguas no se hallan en los pueblos andaluces, sino muy raramente en las montañas del norte de Granada y de Jaén. En cambio, abundan en Portugal, Galicia y cerca de Canarias, en las Islas Azores y Madeira.
El cuerpo central sirve de comedor y sala, y las habitaciones laterales, de dormitorios. La
ventana de la sala es la típica de la arquitectura
tradicional de las islas, la ventana de asiento, que ofrece dos poyos
o asientos fijos de mampostería, cubiertos de un grueso tabl&
oacute;n de tea. El mobiliario es muy sencillo: alacenas empotradas,
arcones o cajas de madera de tea, que servían tanto para
guardar cosas, como para sentarse, taburetes y sillas, mesas... Las
cajas de indias también fueron muy comunes en estas casas de
campo en los siglos XVII y XVIII, traídas por los emigrantes
que retornaba de América.
El elemento más característico de estas casas es el patio frontero que se desarrolla a todo lo largo de la casa, llamado en La Palma & quot;terrero", como en la isla de Madeira, donde reciben el nombre de "terreiro da Porta". Es de tierra apisonada y en las casas más ricas está empedrado con lajas o cantos rodados.
La cocinas suelen hallarse separadas de la casa, en una construcción ajena, pero no aislada. Las molestias del hubo deben de haber constituido la principal causa de este alejamiento. Su construcción es generalmente bastante descuidada: paredes de piedra seca o mal revestidas de algamasa, techumbre de teja vana, y piso de tierra apisonada o bosta. Estas cocinas carecen de chimenea, de modo que el humo escapa por la puerta y por el hueco de tres tejas levantadas en forma de pirámide. Cuando existe horno, éste se sitúa en la pared del fondo de la cocina.
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